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Textos críticos sobre la obra de Javier Saavedra Valdés

LA NAVE DE LOS LOCOS

Aurora Noreña

(Fragmento)

 

Javier Saavedra comparte algo más que el título de su serie pictórica con Hieronymus Bosch (quien pintó un cuadro bajo el mismo título).

La perfección técnica, la minuciosidad del detalle, la habilidad dibujística, la fantasía desbordante y el tácito comentario crítico a su contemporaneidad, están presenten tanto en la obra del pintor mexicano como en la del artista de los siglos XV y XVI.

Pero la distancia temporal es tangible ya que mientras el primero caricaturizaba al hombre y lo insertaba en un mundo al revés para revelar sus excesos y deshonestidad, el segundo inventa edilicias fantásticas para hablar de la importancia del individuo ante la incertidumbre del progreso colectivo.

EL IMPERIO DE LA IMAGINACIÓN.

Avelina Lésper 

(Fragmento)

 

En la colección de pinturas de Javier Saavedra podemos reencontrarnos con el ejercicio estético de ver algo que no es posible, que no podríamos presenciar más que aquí, en estas obras. La obra de Saavedra nos permite vivir la aventura de ver.Involucrarnos con una imagen que antes nunca habías visto inicia con un proceso de seducción de parte del pintor, Javier Saavedra detona este acercamiento con su paleta de color, con su manejo de combinaciones insólitas que coloca en formas abigarradas y extrañas. Para Saavedra la pintura es un desafío que parte de lo que él inventa.....

SIN TÍTULO 

Ricardo César Lescano Grosso

(Fragmento)

 

 

Un pequeño mundo puede ser la forma de concebir otro gran mundo si el arte, a manera de conciencia, enlaza lo singular con lo universal. El artista mexicano Javier Saavedra Valdés en su cosmos, que es despertado y generado mediante cada una de sus pinturas, reúne la diversidad cromática, la multiplicidad simbólica y la abundancia conceptual de la unidad constitutiva, en su expresión puntualizada del arte que vive buscando su propia técnica, su propio estilo.

 

 

“…CUANDO YO SOÑABA UN MUNDO AL REVÉS”

Xavier Moyssén L.

(Fragmento)

 

Una y otra vez suelo preguntar a mis alumnos para que sirve la pintura, las respuestas, como se supondrá son de lo más variado, las hay pretenciosamente académicas y otras cándidas, la mayoría balbucea lo que ha escuchado de otros sin tener certeza de sus afirmaciones. Sin negar la pertinencia o acabado que pudieran tener otras contestaciones, sigo prefiriendo la que yo me he hecho a lo largo de los años y que no sin razón causa el asombro de mis estudiantes: La pintura, como el arte todo, sirven para hacer posible lo imposible, para que otros podamos contemplar, de facto, lo que sólo la imaginación puede concebir

 

 

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